En
ocasión de cumplirse este 3 de agosto de 2022 el primer centenario de la muerte
del General en Jefe Ramón Guerra, publicamos esta serie de humildes trabajos
sobre la vida de este destacado militar sancasimireño un tanto olvidado a nivel
municipal. Todo esto con el fin de dar a conocer a las nuevas generaciones la
historia de un prominente sancasimireño.
EL GENERAL RAMON
GUERRA
Tiempos de triunfos y traiciones
“Es fácil esquivar la
lanza, mas no el puñal oculto”
Proverbio chino
Para
concluir el mandato el Congreso eligió
como presidente a José Gregorio Varela y a Gregorio Cedeño como
su vicepresidente. El nuevo presidente continuó
con las políticas en contra de Guzmán, e incluso se derribaron las estatuas del
ex presidente lo que trajo como consecuencia el descontento total en el seno
del partido liberal. Como era de esperarse en la Venezuela del siglo XIX la
situación termina en alzamiento: el vicepresidente Cedeño, alineado con el
guzmancismo y con el apoyo del general Joaquín Crespo,
se alzó en contra del gobierno liderando la Revolución Reivindicadora donde
nuestro general Ramón Guerra tendrá protagonismo.
Vuelve
de nuevo a la guerra, arma un ejército de más de seiscientos hombres, casi
todos sancasimireños, y parte al combate. Se dirige a los valles de Aragua a
través de la montaña y tiene su primer combate en el sitio de Guacamaya cuando
su batallón es interceptado por las fuerzas enemigas compuesta por más de un
millar de hombres, tras un encarnizado combate las fuerzas de Guerra derrotan a
quienes les emboscaron y los hacen replegarse a La Victoria donde se encuentran
sitiadas la fuerzas gubernamentales al mando del Presidente general
José Gregorio Valera.
Se une a las tropas revolucionarias de Aragua y Carabobo que se dirigían a la
toma de La Victoria y emplaza con sus tropas en unos cerros cercanos conocidos
como “El Cují” y “El zamuro” recibiendo
en corto tiempo, el 29 de enero, la
orden de unirse a las tropas del general Fermín Udis y marchar hacia El Consejo
donde detienen sin ningún problema a las fuerzas del general Abdón Otazo que con 400 hombres marchaba desde Caracas para
socorrer a los sitiados.
Como expresamos anteriormente en La Victoria se encontraba
concentrado el ejército antiguzmancista con el propio presidente encargado a la
cabeza. Habían tenido el chance de fortificar la ciudad y de colocar piezas de
artillería en lugares estratégicos.
El día 26 de enero los sitiados comenzaron a disparar cañonazos contra las
fuerzas del revolución reivindicadora que rodeaba a la ciudad la cual respondió
la mañana siguiente con otra carga de artillería. Estas cargas, siempre de
cañón se fueron sucediendo y luego interrumpiéndose para conversaciones entre ambos
bandos: primero entre el vicepresidente Cedeño y dos comisionados llegados de
Caracas (Modesto Urbaneja y Luciano Arocha) las mismas fracasaron. Continuaron
los disparos de artillería de parte y parte desde esa misma tarde suspendido
por nuevas negociaciones que tampoco llegaron a nada.
Dos
hechos fueron determinantes, a nuestro modo de ver, para el triunfo del bando
revolucionario: el primero el que ya citamos del 29 de enero cuando los generales Guerra y Udis
triunfaron en El Consejo y el segundo la llegada del general Crespo con sus
tropas provenientes del Guárico por el camino de Villa de Cura. Las tropas de
Valera resistieron el acoso por pocos días hasta que el 6 de febrero en la
mañana, a sabiendas de que está perdido, el presidente encargado se reúne con
el vicepresidente Cedeño en las inmediaciones del puente de La Victoria
acordando allí un capitulación honrosa donde los vencedores se comprometían a
respetar la vida y propiedades de los derrotados. Aquella tarde la triunfante
revolución reivindicadora tomó la ciudad de La Victoria luego de los días
precedentes que dejaron un saldo de más de dos mil muertos y heridos. Este
hecho del que fue protagonista importante el general Ramón Guerra dejó libre el
camino de Caracas a los revolucionarios que entraron victoriosos en la capital,
Guerra entre ellos, el 13 de febrero de aquel 1879 sellándose así el regreso al
poder de Guzmán Blanco.
La participación de Guerra en la Revolución Reivindicadora
fue crucial y de suma importancia, su fama de guerrero y estratega militar se
amplificó de tal manera que el mismo general Guzmán, ya en el poder, desea
mantenerlo en el servicio militar y retenerlo en Caracas. Pero nuestro
protagonista decide volver a San Casimiro, otra vez a la tierra y a sus
negocios. Construye a orillas de la
quebrada de Guiripa (Hoy Calle Miranda) un moderno ingenio para beneficiar el
café; el agua necesaria para mover la maquinaria era transportada por una acequia
desde las inmediaciones de Dos Quebradas bordeando las faldas del cerro la
Cumaca hasta cruzar la calle sobre dos pilares de ladrillo que aún se conservan
al igual que la vieja casa del ingenio rodeada de múltiples arboles de mango.
Pero no iba a durar mucho el descanso del guerrero pues, en
un siglo XIX tan convulso como el venezolano, no se duraba mucho tiempo en paz,
sabia es la frase atribuida a Guzmán: “Venezuela parece un cuero seco, que si
se pisa por una punta se levanta por otra”. Un año después del triunfo de la
Reivindicadora surgen alzamientos militares en Ciudad Bolívar y los Valles del
Tuy están convertidos en un hervidero de guerrillas. Fue
enviado, entonces, a pacificar las
rebeliones ocurridas en la vecina región. Forma una fuerza compuesta por
sancasimireños que acudían gustosos al llamado del afamado caudillo y parte a
cumplir con la tarea asignada; cosa que logró sin mucho esfuerzo gracias a su
ascendencia y prestigio militar.
Regresa de nuevo al hogar y a sus negocios cada
día más prósperos. Goza del respeto y la admiración de sus coterráneos por sus
características personales que ya hemos expuesto con anterioridad. Pero las
envidias y las intrigas palaciegas y cortesanas no tardan en hacer llegar a los
oídos del poderoso Guzmán Blanco gran cantidad de informaciones fútiles contra
el general Guerra acusándolo de estar vinculado en un alzamiento en contra del
presidente, cosa que nunca ha sido confirmado por la historia. Cabe destacar
que, según relatan sus biógrafos, aunque Guerra nunca fue muy afecto de las
ideas liberales era un hombre de una sola palabra y es poco probable que haya
faltado a su compromiso con el general Guzmán. Abandona San Casimiro y se
refugia en Cúa con toda su familia bajo las garantías y protección del general
Juan Quevedo, presidente del Estado Miranda. Al poco tiempo es nombrado jefe
civil de la población vecina por el mismo general Quevedo que continúa
protegiéndole de la animadversión de los cercanos a Guzmán.
Estando en Cúa, en el año 1882, se planifica
una nueva rebelión cuyo jefe reconocido era el General Eleazar Urdaneta quien
en una acción militar realizada en el puerto de Higuerote se apoderó de 3
embarcaciones y distribuyó una proclama dirigida a los venezolanos llamándolos
a incorporarse a la lucha revolucionaria en contra de Guzmán. Un grupo de
personas que se encontraba comprometido con el alzamiento de Urdaneta acude a
Guerra y le propone unirse al movimiento insurreccional, pero el general
sancasimireño se niega a hacerlo debido a la palabra que le había dado a
quienes le brindaron protección en Cúa, a pesar de esto promete a los
conjurados no delatar sus intenciones de alzarse contra Guzmán y les garantiza
que no será hostil con ellos y se mantendrá neutral.
Una vez comenzado el nuevo alzamiento contra
Guzmán, el general Guerra, con un grupo de hombres se dirige al encuentro del
general Quevedo y le entrega las armas, reafirmando su decisión de no
participar en la nueva contienda a pesar de la insistencia de éste para que se
uniera a las fuerzas del gobierno. Adicionalmente le dirige una carta al
presidente Guzmán Blanco manifestándole su deseo de no continuar en el servicio
militar ni en la contienda política. Aspirando únicamente a ser tratado como un
hombre de bien con garantías para llevar a cabo su honrado trabajo. La
revolución fracasa a los pocos días y nuestro general regresa al terruño
sancasimireño a dedicarse a sus haciendas y negocios en gran parte abandonados
por su estadía en la vecina tierra cueña.
A principios de junio de 1882, específicamente
el día 3, su amigo el general Quevedo le escribe una correspondencia firmada en
Cúa donde le citaba a acudir a dicha población para comunicarle asuntos de suma
importancia. Guerra, que tenía absoluta confianza en la amistad del general,
acude al encuentro con el colega de armas y él mismo le convence de acudir
juntos a Caracas a entrevistarse con el presidente Guzmán para aclarar todo lo
sucedido y evitar malos entendidos a futuro. El general Ramón Guerra accedió a
partir a la capital de la república en compañía del amigo que, apenas pisar
suelo caraqueño, ordenó personalmente el arresto del guerrero sancasimireño,
prestándose de esta forma para los deseos del llamado Ilustre americano.
Comenzaría entonces el periplo de 8 meses de prisión en Caracas antes de ser
llevado a un Consejo de Guerra. Era muy difícil que el general Guzmán perdonase
a sus adversarios y con Ramón Guerra no iba a ser la excepción.
Durante el Consejo de Guerra realizado al
caudillo sancasimireño se le acusa de haber solicitado a Guzmán el mando de
unas fuerzas para luego pasarse a los conspiradores, cosa que la historia ha
demostrado que no era cierta. Era acusado de traición, un delito que se pagaba
con la muerte para la legislación de la época.
El historiador Lucas Castillo
Lara destaca que el abogado defensor, Dr. Elías Michelena, logró
demostrar fehacientemente la falsedad de
las acusaciones, no obstante fue condenado a 4 años de prisión en el castillo
San Carlos ubicado en la península del mismo nombre en el estado Zulia. Reseña
Lucas Guillermo Castillo que le fueron colocados unos pesados grillos y
trasladado hasta su prisión en una goleta desde la Guaira. En el Zulia ya tenía
destinado un calabozo denominado “El Polvorín”, donde pasó sus cuatro años de
condena totalmente incomunicado si poder hablar ni con quien le llevaba la
comida.
(Continúa)
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