sábado, 23 de abril de 2022

 

Algunas esquinas de San Casimiro 

 

                "En América Latina,

lo maravilloso se encuentra en vuelta 

de cada esquina… “

 

Alejo Carpentier

 

Cada Pueblo o ciudad tiene esquinas sobresalientes y tradicionales. Las cuales adquieren su nombre por un célebre habitante, por un establecimiento comercial, un acontecimiento histórico o monumento natural que le identifique con los años. 

En nuestro país esta costumbre se ha enraizado tanto que, por ejemplo, la ciudad de Caracas es la única dónde las direcciones se dan por esquinas. Fue el Obispo Diego Antonio Díez Madroreño quien decide bautizar las calles y esquinas de Caracas  con nombres exclusivamente católicos no obstante en la Parroquia la Candelaria los nombres de las esquinas no se correspondían con el santoral sino con orígenes más populares. Con el tiempo toda Caracas adquirió la costumbre de mezclar tanto nombres católicos como nombres provenientes de la tradición, bien sea por sus habitantes famosos, leyendas u otros acontecimientos. Hoy, empeñados en conservar nuestra historia, estaremos hablando de esas esquinas de San Casimiro que  con el tiempo han dejado huellas y anécdotas que merecen ser contadas.

En el cruce entre las calles Miraflores y Delicias está la tradicional esquina de Miraflores. Allí estuvo por mucho tiempo la pulpería de Martín Corrales  y luego le siguieron Ramón Marrero, Ricardo Seijas, Pancho Hurtado y Alcides Valero; cuenta Zoraida, la hija menor de Don Alcides, que recuerda con mucha nostalgia cuando llevaba el almuerzo a su padre en una vianda hasta la bodega. Más recientemente estuvieron en esa esquina El popular Canilla, allí se formó una peña de asiduos visitantes y conversadores conformada por Antonio Pacheco, los hermanos Marín y “Pescuezo” Torrealba, entre otros. Luego estuvo  un profesor que apodaban el poeta y en épocas más recientes el no menos popular  Alí “Maquinita” Castro.

Esquina de Miraflores


La esquina donde hoy está el Banco de Venezuela fue Por mucho tiempo la del Placer del Bachaco. La recordamos como el Bar de René Alvis, pero mucho antes existió una historia bastante larga de ese icónico lugar sancasimireño. Nos indica Lucas Guillermo Castillo Lara que allí se encontraba un corredor extenso donde se encontraban los negocios de Pascual Mileo, que más tarde fue de uno de los Visconti y al lado el de Don Antonio Torrealba que, por supuesto, era el sitio de tertulias literarias, recitales poéticos y hasta mesa de redacción del periódico sancasimireño “La Voz de Aragua”. El otro extremo del corredor era más comercial y pueblerino inicialmente estuvo Marcelino Armas y luego el botiquín de Luis Colmenares a quien, debido a su origen andino, todos lo llamaban “El Gocho”. Cabe destacar que allí fue el primer establecimiento de nuestro pueblo que vendía cerveza fría, conservadas en hielo que, a su vez, era protegido en conchas de café para evitar que se descongelara.

Esquina de El Bachaco


Esquina de El Bachaco (Izq) La Perseverancia (Derecha)

 Justo al frente de esta esquina, con la calle del Mercado (Hoy García de Sena) en medio estaba, y aún está, La esquina de La Perseverancia. Desde allí se ha visto el transcurrir del Pueblo desde tiempos muy antiguos. Don Rafael Vargas la fundó en 1912 y estuvo allí hasta su muerte acompañado de Lola Hidalgo, Misia Rosalía y su fallecido hijo Rafael Humberto. Más reciente la recordamos con el señor Ernesto Vargas y su esposa Amandita y últimamente el popular Demoledor con su ferretería. Pero antes de Don Rafael Vargas estuvo allí un establecimiento comercial denominado “Las dos velitas” y luego otro conocido como “La Llanera” de Santiago Melchor Álvarez.

Iniciando la calle Bolívar está la parroquial, otra tradicional esquina sancasimireña que también ha sido testigo de los dos siglos de historia del pueblo. En sus primeros años  estuvo por allí un cementerio y más adelante una casa que pasó por diferentes dueños; la pensión de Mariano Carrera, la tienda de Don Lope Medina, una farmacia llamada Santa Cruz y un botiquín propiedad de Narciso Crespo que dio paso, tiempo después, a la casa parroquial en época de los padres claretianos. Allí estuvo un muro y una acera alta donde los jóvenes de finales de los sesenta y los setenta del siglo veinte se reunían a cambiar el mundo en inagotables tertulias hasta altas horas de la noche. Dos asiduos contertulios de aquella época rememoraron sus anécdotas en nuestra página de Facebook.  Carlos Ramón Álvarez El popular “Buche de perico” nos afirmó que, justamente, recuerda las tertulias en las noches y que luego fue demolida para hacer una especie de rampa. Y José Domingo Hernández recuerda que Rafailo Pérez, otro travieso personaje sancasimireño, les mandaba a las personas que preguntaban alguna dirección con la intención de hacerles pasar un mal rato.

La Esquina de La Parroquial con su tradicional acera alta


El nombre de la calle Sucre es relativamente reciente. Primeramente  se llamó Calle Barrialito. Así era denominada toda esa zona que va desde la calle Bolívar hasta la Sucre y que hoy comprende las calles Mario Briceño Iragorry y Luis Roberto Casado. Probablemente se deba ese nombre a la gran cantidad de riachuelos y manantiales u ojos de agua que predominaban en esa zona desprovista de casas por aquellos tiempos. La esquina más popular de la Calle Sucre  era la conocida como esquina del Almendrón. Justo donde hoy converge la calle en mención con la Monseñor Arias Blanco. Allí, donde hoy está el Francisco Iznardy estuvo, entre otras casas, la vivienda de Don Gil Fonseca quien era músico y compositor, maestro de capilla y además  juez del entonces Distrito San Casimiro. En esa esquina vivían: Don Marcos Gutiérrez fiel devoto de la Dolorosa, devoción que le transmitió a sus descendientes. También estaba la casa de los Marrero  y Al otro extremo la casa de los Luque.

Nos refiere Carlos Buche de perico Álvarez a través de nuestra página de Facebook:  que la esquina del almendrón “es la misma de Rafael Gutiérrez el creador del famoso  tuqui-tuqui y recuerda que allí, al salir de la escuela,  se efectuaban las citas para saldar cuentas a puño limpio, hasta que llegaba él policía escolar Pedro Boullón a imponer su ley”. De igual manera nos expresa que Muchas carreras de bicicletas terminaban allí y entré los primeros siempre eran, Falo, Tribilin y Medardo Verá  junto a Panchote. Después fue la era de Hernán Calles.

Esquina de El Almendrón

Esquina de El Almendrón

Justo al finalizar la calle Barrialito o Sucre, donde se cruza con la Vesubio, está la emblemática esquina de Vicentico. Allí lucha contra el tiempo la vieja casa que fue anteriormente el restaurant de Vicente Pérez,  en aquel criollo negocio estaba Delia Medina de cocinera. La mejor carne mechada que ha existido la preparaba Delia en ese restaurante. Vicentico fue uno de los primeros choferes del pueblo y hablar con él era reírse bastante de todas sus anécdotas por esos incipientes caminos. Allí también tuvo don Vicente, como mascota, a su famoso pavo enamorado que marcó época en el pueblo y generó un refrán que aún es usado por los más mayores: "más enamorado que el pavo de Vicentico". Más recientemente, la esquina en cuestión, ha adquirido un nombre distinto por otros usos y costumbres que nada tienen que ver con nuestra idiosincrasia, historia y tradición.

Vicentico Pérez


Comenzando la calle Monagas estaba la esquina de la botica, debido a una farmacia de ancestral tradición que nos remonta al tiempo en que se llamaba Botica San Casimiro y era regentada por su fundador el doctor Vicente De Milita. Luego pasó a ser propiedad de Don Guillermo Schwartz quien la atendía junto a su hijo Pablo, pasando después a ser la Botica Sor Teresita de Don Augusto Vilera.

Nos relata Lucas Guillermo Castillo Lara que siempre había concurrencia y fue lugar de interminables. Como estaba en alto era el sitio privilegiado para observar los pocos acontecimientos del San Casimiro sereno y taciturno de aquella época. Desde sus escalinatas se divisaba la calle de la entrada, al frente la prefectura, el bachaco, una esquina de la plaza y La Perseverancia. Por ende se tenía una visión de primera mano de quién llegaba al pueblo, algún litigio que ameritara de la intervención del orden público, algo fuera de los común en el botiquín y quien hizo alguna compra en la famosa tienda sancasimireña. Nuestro asiduo oyente Gustavo Navarro nos relató que un día fue víctima de una broma del señor Pepe Oliveros que lo mandó a comprar agujas para coser calderos en dicha botica, recibiendo la reprimenda del señor Vilera y la invitación a que el bromista fuese en persona buscar el mandado. El muy inocente Gustavo refiere que luego del incidente pasaba corriendo frente a la farmacia con temor a que el dueño le aplicara otro regaño.

Esquina de La Botica


En Curucuti se encuentra la esquína de Wica. Anteriormente, cuando Curucutí estaba poblado por un puñado de viviendas, el sitio era una especie de pequeña laguna de dónde manaba agua y, según contaba Don Lorenzo Osorio, era utilizada para bañar los cochinos que los primeros habitantes del Barrio tenían para el consumo de sus familias. Precisamente eso impidió que Don Lorenzo construyera en el lugar y se decidió por hacer su vivienda justo al frente. Relata Margot Torrealba que allí se encontraba una pila pública de agua de donde se abastecían los vecinos.Regresando a la actual esquina de Wica, allí tuvo Don Pedro Reina su bodega, la cual pasó a manos de Chicho Tarache y otra vez a las manos de Pedro Reina. Por último montó su negocio el trágicamente fallecido Luis Manuel Pérez Reina, mejor conocido como Wica. De allí el nombre que persiste hasta ahora. 


Esquina de Wica

             

Por último mencionaremos la popular esquina de “Alambrito”. La amiga Candelaria Yepez, habitante de toda la vida de la zona, nos indica que En esa renombrada esquina estuvo desde siempre Don Evencio Hernández con su tradicional botiquín y bodega. Está ubicada justo entre la calle Ricaurte, ancestralmente conocida como El Carretero, y el inicio de la vereda dos de Curucutí.

A través de nuestra página de Facebook el conocido Marco Muñoz Rengifo nos recuerda que Don Evencio vendía Maní en concha durante muchos años y que justo al frente existió una pequeña carnicería de José Hinojosa donde expendían chicharrón, manteca y carne de cochino.

Otro asiduo seguidor de nuestra página el señor Joel Amador, vecino del Carretero, nos cuenta que luego de don Evencio estuvo su hijo el fallecido Simón Hernández hasta que tomó las riendas del negocio el profesor Héctor Hernández, popularmente conocido como Alambrito a lo que se debe el nombre actual de la esquina. Sitio de reunión habitual de muchos sancasimireños cada fin de semana.



Juan CarlosTorrealba

 

 

 

 

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