El
entierro de Don Alfredo o nade comadre que se la lleva el río
“ La
muerte de don Alfredo un comentario causó
cuando iba pasando el
puente el mismo se derrumbó
y fue tan grande el sonido
que hasta el trapiche sufrió”
Rupertico
Un
acontecimiento que aún causa comentarios resultó ser el entierro de Don Alfredo
Manzo. Justo cuando el entierro iba pasando por el viejo puente colgante sobre
el río Zuata éste se vino abajo y gran cantidad de los asistentes incluidos los
familiares y el féretro fueron a dar a las aguas del río que la noche anterior
había echado una de sus legendarias crecidas. Señoras y señoritas salían de la
corriente con los vestidos negros emparamados ayudadas por los caballeros cuyos
blancos liquiliquis se habían teñido de terroso color. Eleazar Casado que había
preparado unas palabras lamentaba la pérdida del texto entre las aguas mientras
trataba de quitarse el fango de los zapatos y mi abuelo Antonio no pudo
recuperar su acostumbrado sombrero mientras que su hijo Carlos junto con otras
personas trataba de recuperar el féretro que flotaba río abajo.
Una
señora gorda que milagrosamente se había agarrado de unas ramas de bambú
gritaba desesperada pidiendo ayuda mientras que uno de los borrachitos del
pueblo flotando agarrado de una de las tablas del puente le gritaba: ¡Nade
comadre que se la lleva el río!
Pasada
la emergencia y logrado rescatar el féretro, el emparamado cortejo continuó
rumbo al cementerio Las Palmas. Don Eleazar Casado improvisó sus palabras referentes
a las bondades del difunto y su obra en pro del desarrollo del municipio.
Simultáneamente un trapiche, propiedad del fallecido, sufrió la caída de sus
muros, según los testigos, producto de la descarga eléctrica de un rayo.
Estos
hechos, la caída de puente y trapiche a la vez, fueron la causa de muchos
comentarios: unos decían que era castigo divino porque el emprendedor
sancasimireño, dueño del acueducto, cobraba el servicio de agua domiciliaria,
otros decían que las guayas del puente habían sido limadas por algunos jóvenes
de aquella época.
Concluido el sepelio y regada la noticia por todas partes, un borracho del pueblo
apodado Rupertico se encontraba en la esquina del Almendrón recitando los
versos que anteceden a esta crónica cuando la siempre traviesa tía Lesbia, que
contaba con menos de diez años, los grabó de inmediato en su memoria y no había
terminado de recitarlos en el zaguán de la casa de los Marrero cuando mi abuela
María Guillén, severa como siempre, le cruzó las piernas con un mandador para
que no anduviera repitiendo lo que escuchaba en la calle.
Un entierro cruzando el famoso puente que llevaba al cementerio (Foto Augusto Nieves)
Hermosas Jóvenes a orillas del río Zuata, al fondo el puente colgante (Foto Augusto Nieves)
Jóvenes sobre el puente Colgante (Foto Augusto Nieves)
FABULOSA HISTORIA Y RESEÑA DEL VIEJO PUENTE.
ResponderEliminarMuchas gracias por sus comentarios favorables a esta página y a nuestro humilde trabajo
Eliminar