EL GENERAL RAMON
GUERRA
El
regreso del guerrero
“La historia es un incesante volver a empezar”.
Tucídides
Cumplida su condena, regresa al terruño con la
salud disminuida por los años de duro encierro: Sus haciendas y negocios habían
sufrido grandes pérdidas debido al abandono del dueño y para complemento
encuentra a una esposa enferma que fallece poco tiempo después de recuperada su
libertad. Pero nada de esto amilana su férrea voluntad y se dedica con ahínco
al trabajo, recuperando la prosperidad de sus negocios y haciendas. Nos indica
su biógrafo, Castillo Lara, que los años de aislamiento le otorgaron a Guerra
un carácter más serio y callado, pero continuaba en el fondo siendo el mismo
hombre bondadoso que seguía gozando del respeto, la admiración y el cariño de sus coterráneos. El periodo de relativa paz política y militar
le es propicio para enrumbar su menguado patrimonio, producto, como ya
apuntamos, de los años de cárcel. Es poseedor de haciendas, ingenio y de varias
viviendas ubicadas en la llamada calle de la entrada, hoy calle Miranda. Calle
que para aquel entonces ya era conocida como la “calle de los Guerra”
Llega el 20 de febrero del año 1892 y el
presidente Andueza Palacio no entrega el poder, violando lo pautado en la constitución vigente; este hecho hace que
el general Crespo desconozca al gobierno calificándolo de usurpador e ilegal.
Como era de esperarse en la Venezuela del siglo XIX este hecho termina en
alzamiento militar. Con la célebre proclama de “El Totumo” (su hacienda en las
llanuras del Guárico) el Caudillo de San Francisco de Cara se rebela en nombre
de la legalidad. En la revolución legalista, así llamada por la historia, el
general Guerra va a tener una determinante participación y podríamos calificar
como la cúspide de su accionar militar. Es nombrado por el general Crespo como general
en jefe del Ejército legalista siendo el responsable principal de la estrategia
militar del ejército revolucionario y artífice de las victorias obtenidas entre
marzo y octubre de 1892 durante combates en Valencia, Calabozo, La Victoria y
Villa de Cura ; estas arrolladoras victorias hicieron que el presidente Andueza
huyera al extranjero el 17 de junio de aquel año dejando al ya entrado en años
Guillermo Tell Villegas encargado de la
presidencia y de buscar un acercamiento con Crespo. El líder llanero se niega a
cualquier pacto y el encargado procede a presentar su renuncia. Asumiendo su sobrino Guillermo Tell
Villegas Pulido, pero sufre el abandono masivo de las tropas y se ve obligado a
abandonar el país. Quedando Caracas acéfala de gobernantes. El caos se apodera
de la capital produciéndose saqueos y otros desmanes hasta que un grupo cívico
intentó regresar a la calma mientras llegaba el ejército de Crespo a poner
orden.
Es
necesario hacer un paréntesis acá para dejar constancia de, según relata Lucas
Castillo Lara, la gran cantidad de oficiales sancasimireños que acompañaron a
Ramón Guerra en esta campaña de la Revolución Legalista le siguieron entre
otros: el general Laureano Carballo y sus hermanos (Jesús María y Ramón), los
Luque (José Rafael y Roseliano), el catire Rosales y el negro Tovar. Todos
oficiales de sobrada valentía y renombre. Pero además de ellos, deslumbrados
por los deseos de aventuras guerreras, una pléyade de jóvenes sancasimireños se
fueron tras el general Guerra entre ellos podemos mencionar a su hijo Pedro
Manuel Guerra, Miguel Zamora Bolívar, Ezequiel
Esteves, Gil Fonseca, Mariano Carrera y los hermanos Carreño.
Otro
dato importante que nos señala Lucas Guillermo Castillo en su biografía del
general es lo ocurrido durante la Legalista en la ciudad de Calabozo. Cuenta
nuestro cronista que el general y sus hombres tomaron la ciudad en un combate
de apenas cuarenta minutos. Una vez se apoderó de la plaza le avisó al general
Crespo que se encontraba a “dos
jornadas” para reunirse y hacerle entrega del mando. El encuentro entre los dos
caudillos ocurrió en la entrada de la ciudad fue allí donde Crespo le nombra
segundo al mando y jefe del estado mayor, conservando además el mando de sus
tropas. Pero el hecho más significativo de su estadía en Calabozo fue el
ocurrido cuando notó que uno de sus oficiales de apellido Gondelles
(sancasimireño) lucía un impecablemente confeccionado uniforme “con sus adornos
y alamares”. Ramón Guerra interrogó a Gondelles sobre el origen del uniforme y
éste le indicó que había sido confeccionado por una señora calaboceña de
apellido García que se caracterizaba por la rapidez al elaborar las prendas.
Fue de esta manera como el ilustre general decidió mandarse a hacer un nuevo
uniforme y acudió a casa de la señalada costurera. Destaca Castillo Lara que la
familia García era muy apreciada en Calabozo; por cuestiones del destino la
señora de la casa no pudo atender al general y la encargada de tomar las
medidas para el uniforme fue la hija de ésta llamada Rita quien había enviudado
recientemente y tenía dos pequeñas hijas. La viuda le atendió a pesar del
cerrado luto y aislamiento que se solía guardar por aquella época, quedando el
sancasimireño totalmente enamorado de aquella llanera, tanto así, que esa misma
noche acudió a su ventana para confesarle su amor. Refiere el historiador
Castillo que hubo petición de mano y los favores de monseñor Sendrea, obispo de
Calabozo y amigo de Guerra, quien abogó en favor del enamorado. El general fue
aceptado como prometido de la viuda y se fijó la boda para después de culminada
la contienda bélica, tal como ocurrió.
Los
avatares de la guerra no impidieron que el general se mantuviera en
comunicación con su futura esposa, vía telégrafo y mediante largas cartas,
Completamente enamorado de su prometida le había ofrecido casarse cuando llegara
triunfante a la capital y así ocurrió. Mandó a buscar expresamente a su novia y
toda la familia, pero como debía partir a la campaña de occidente con el fin de
sofocar los últimos reductos del antiguo régimen, otorgó un poder al general
Crespo para que el mismo le representase en el acto matrimonial, hecho que
ocurrió así en diciembre de 1892. El presidente de la republica les da como
regalo de bodas una vivienda ubicada entre las esquinas de Colón a Dr. Díaz en
la capital de la República. A fines de aquel año, ya pacificado el territorio,
nuestro general se toma unas vacaciones en San Casimiro con su nueva esposa,
una pequeña luna de miel. Hecho que también aprovecha para terminar de
ordenar sus cosas en el pueblo, según refiere el historiador Castillo Lara ya
había partido con sus hijos los bienes producto de su primera comunidad conyugal
los cuales ascendía a doscientos mil bolívares. Para aquel entonces su familia
poseía varias propiedades en el pueblo donde eran respetados y admirados.
Regresando al éxito de la Revolución
legalista, tenemos que el día 6 de octubre de 1892 entró la vanguardia rebelde
a la capital encargándose de aplacar la situación y garantizando las
condiciones para que el día siguiente llegara el general Joaquín Crespo triunfante
a hacerse cargo del poder de manera provisional. Aquel 7 de octubre, 33 años
después de su reclutamiento forzoso,
Ramón Guerra fue ascendido al grado de general en jefe y pasa a ser
figura de especial relevancia en el gobierno del general Crespo ocupando un
puesto como miembro del Consejo Militar en abril de 1893 pasando a ser ministro de Guerra y Marina durante dos
ocasiones (en junio del año 1893 y entre 1894 y 1896); además de diputado principal por el Gran Estado Miranda
entre1893 y1898)
Gral. Joaquín Crespo
Los
textos consultados coinciden que el gobierno de Crespo se caracterizó por un
respeto considerable por las libertades de los ciudadanos, especialmente las
concernientes a la prensa libre y la asociación
en partidos políticos. La más sobresaliente de estas organizaciones era el Partido Liberal Nacionalista, organizado por Alejandro
Urbaneja y que decidió apoyar la candidatura del popular José Manuel Hernández,
conocido como “el mocho”. El Mocho Hernández había estado de visita en Nueva
York y allí pudo observar las campañas electorales del coloso del norte y
decidió poner en práctica ese estilo de proselitismo político en Venezuela.
Durante el año 1897 y al más puro estilo gringo el candidato recorre gran parte
del país realizando discursos como los observados en Nueva York incluyendo
otras innovaciones de mercadeo electoral como los llamado pines y publicaciones
de prensa. En vista de la inusitada popularidad obtenida por el candidato
opositor, se observaba un claro triunfo contra el candidato del gobierno
Ignacio Andrade que había sido el ungido por Crespo como su sucesor. Muchos,
entre ellos Lucas Castillo Lara, se preguntan el por qué Crespo no escogió a
Guerra para sucederle y tal vez la respuesta será que el escogido resultaba más
dócil para las intenciones del presidente saliente de continuar en el mando a
través de otros. Andrade no era bien visto por muchos de los adláteres del liberalismo
que le acusaban de ser colombiano e hijo de un “Godo” que luchó en el bando
conservador durante la guerra federal. En vista del claro triunfo del Mocho
Hernández en las elecciones de 1897, el
presidente Crespo ordenó la ocupación de todos los centros electorales el 1 de
septiembre, día de la votación, e impuso al candidato de gobierno Ignacio
Andrade. Este hecho es calificado como uno de los más grandes fraudes en la
historia venezolana. El impuesto presidente toma posesión el 20 de febrero de 1898 y en marzo, el Gral.
José Manuel “Mocho” Hernández, toma las armas en Queipa.
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