La foto de Aura I
A la memoria de Aura Longo
y a las manos creadoras de mi madre
Ver la foto de Aura I, Reina de los IV
Carnavales Turísticos de San Casimiro en 1972, revivió en mí la nostalgia por
esa época. Estaba próximo a cumplir mis cuatro años, pero recuerdo con absoluta
nitidez mi traje de torero color naranja, finamente bordado por mi mamá con
lentejuelas y canutillos con el esmero de quién estaba ejecutando una obra de
arte. Recuerdo la carroza de Aura en cuyo interior reinaba un oso hormiguero
disecado que era propiedad de Héctor Pérez Lavieri, nuestro vecino en Los
Jabillos.
Aquel año este servidor no era el único vestido
de matador de toros, pues era parte de una comparsa donde (yo como que era el
novillero) participaban entre otras personas: Manuel Brandt, Wladimir Bastado,
Rafael Anato Sifontes, Domingo Valero y un profesor que apodaban “Litrico” por
su afición a las bebidas espirituosa. Aquella fue la misma comparsa y el mismo
año en que un torero descarriado llamado Rafael Anato Sifontes se fue el martes
de carnaval hasta San Juan de los Morros y, víctima del exceso de alcohol,
amaneció dormido en la Plaza Los Samanes de la capital guariqueña el miércoles de ceniza ante el
asombro y las bromas de todos.
Recuerdo las Casas adornadas y las calles repletas
de bambalinas de colores, la profusión de papelillos y caramelos. Recuerdo
cuándo me tomaron mi foto vestido de torero en el patio de la casa donde
vivíamos alquilados en Los Jabillos. Aquella no era primera vez que me
disfrazaban pues el año anterior había formado parte de una comparsa de
diablitos dónde, contaba mi abuela, hice desastres al tomarme muy en serio el
papel y puyar a más de uno con el tridente. Para luego culminar soltándome de
la mano de mi abuela y arrancar a correr en pleno desfile por la calle Bolívar.
_ ¡Agarren a ese diablito! _ gritaba mi abuela
desesperadamente ante el temor de que me perdiera entre tanta gente o me
robara uno de los centenares de turistas que poblaban nuestras calles.
Parece mentira todos
los recuerdos que se activan con tan solo mirar una fotografía.
Gabriel García Márquez decía que la
nostalgia era la base fundamental de su escritura y, precisamente, es la
nostalgia por esa época que no volverá la que inspiró estas cortas palabras.
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