martes, 2 de agosto de 2022

 




EL GENERAL RAMON GUERRA

El regreso del guerrero

 

 

 “La historia es un incesante volver a empezar”.

Tucídides

 

 

Cumplida su condena, regresa al terruño con la salud disminuida por los años de duro encierro: Sus haciendas y negocios habían sufrido grandes pérdidas debido al abandono del dueño y para complemento encuentra a una esposa enferma que fallece poco tiempo después de recuperada su libertad. Pero nada de esto amilana su férrea voluntad y se dedica con ahínco al trabajo, recuperando la prosperidad de sus negocios y haciendas. Nos indica su biógrafo, Castillo Lara, que los años de aislamiento le otorgaron a Guerra un carácter más serio y callado, pero continuaba en el fondo siendo el mismo hombre bondadoso que seguía gozando del respeto, la admiración y el  cariño de sus coterráneos.  El periodo de relativa paz política y militar le es propicio para enrumbar su menguado patrimonio, producto, como ya apuntamos, de los años de cárcel. Es poseedor de haciendas, ingenio y de varias viviendas ubicadas en la llamada calle de la entrada, hoy calle Miranda. Calle que para aquel entonces ya era conocida como la “calle de los Guerra”  

Llega el 20 de febrero del año 1892 y el presidente Andueza Palacio no entrega el poder, violando lo pautado en   la constitución vigente; este hecho hace que el general Crespo desconozca al gobierno calificándolo de usurpador e ilegal. Como era de esperarse en la Venezuela del siglo XIX este hecho termina en alzamiento militar. Con la célebre proclama de “El Totumo” (su hacienda en las llanuras del Guárico) el Caudillo de San Francisco de Cara se rebela en nombre de la legalidad. En la revolución legalista, así llamada por la historia, el general Guerra va a tener una determinante participación y podríamos calificar como la cúspide de su accionar militar. Es nombrado por el general Crespo como  general en jefe del Ejército legalista siendo el responsable principal de la estrategia militar del ejército revolucionario y artífice de las victorias obtenidas entre marzo y octubre de 1892 durante combates en Valencia, Calabozo, La Victoria y Villa de Cura ; estas arrolladoras victorias hicieron que el presidente Andueza huyera al extranjero el 17 de junio de aquel año dejando al ya entrado en años Guillermo Tell Villegas  encargado de la presidencia y de buscar un acercamiento con Crespo. El líder llanero se niega a cualquier pacto y el encargado procede a presentar su  renuncia. Asumiendo su sobrino Guillermo Tell Villegas Pulido, pero sufre el abandono masivo de las tropas y se ve obligado a abandonar el país. Quedando Caracas acéfala de gobernantes. El caos se apodera de la capital produciéndose saqueos y otros desmanes hasta que un grupo cívico intentó regresar a la calma mientras llegaba el ejército de Crespo a poner orden.

Es necesario hacer un paréntesis acá para dejar constancia de, según relata Lucas Castillo Lara, la gran cantidad de oficiales sancasimireños que acompañaron a Ramón Guerra en esta campaña de la Revolución Legalista le siguieron entre otros: el general Laureano Carballo y sus hermanos (Jesús María y Ramón), los Luque (José Rafael y Roseliano), el catire Rosales y el negro Tovar. Todos oficiales de sobrada valentía y renombre. Pero además de ellos, deslumbrados por los deseos de aventuras guerreras, una pléyade de jóvenes sancasimireños se fueron tras el general Guerra entre ellos podemos mencionar a su hijo Pedro Manuel Guerra, Miguel Zamora Bolívar, Ezequiel Esteves, Gil Fonseca, Mariano Carrera y los hermanos Carreño.

Otro dato importante que nos señala Lucas Guillermo Castillo en su biografía del general es lo ocurrido durante la Legalista en la ciudad de Calabozo. Cuenta nuestro cronista que el general y sus hombres tomaron la ciudad en un combate de apenas cuarenta minutos. Una vez se apoderó de la plaza le avisó al general Crespo que se encontraba a  “dos jornadas” para reunirse y hacerle entrega del mando. El encuentro entre los dos caudillos ocurrió en la entrada de la ciudad fue allí donde Crespo le nombra segundo al mando y jefe del estado mayor, conservando además el mando de sus tropas. Pero el hecho más significativo de su estadía en Calabozo fue el ocurrido cuando notó que uno de sus oficiales de apellido Gondelles (sancasimireño) lucía un impecablemente confeccionado uniforme “con sus adornos y alamares”. Ramón Guerra interrogó a Gondelles sobre el origen del uniforme y éste le indicó que había sido confeccionado por una señora calaboceña de apellido García que se caracterizaba por la rapidez al elaborar las prendas. Fue de esta manera como el ilustre general decidió mandarse a hacer un nuevo uniforme y acudió a casa de la señalada costurera. Destaca Castillo Lara que la familia García era muy apreciada en Calabozo; por cuestiones del destino la señora de la casa no pudo atender al general y la encargada de tomar las medidas para el uniforme fue la hija de ésta llamada Rita quien había enviudado recientemente y tenía dos pequeñas hijas. La viuda le atendió a pesar del cerrado luto y aislamiento que se solía guardar por aquella época, quedando el sancasimireño totalmente enamorado de aquella llanera, tanto así, que esa misma noche acudió a su ventana para confesarle su amor. Refiere el historiador Castillo que hubo petición de mano y los favores de monseñor Sendrea, obispo de Calabozo y amigo de Guerra, quien abogó en favor del enamorado. El general fue aceptado como prometido de la viuda y se fijó la boda para después de culminada la contienda bélica, tal como ocurrió. 

Los avatares de la guerra no impidieron que el general se mantuviera en comunicación con su futura esposa, vía telégrafo y mediante largas cartas, Completamente enamorado de su prometida le había ofrecido casarse cuando llegara triunfante a la capital y así ocurrió. Mandó a buscar expresamente a su novia y toda la familia, pero como debía partir a la campaña de occidente con el fin de sofocar los últimos reductos del antiguo régimen, otorgó un poder al general Crespo para que el mismo le representase en el acto matrimonial, hecho que ocurrió así en diciembre de 1892. El presidente de la republica les da como regalo de bodas una vivienda ubicada entre las esquinas de Colón a Dr. Díaz en la capital de la República. A fines de aquel año, ya pacificado el territorio, nuestro general se toma unas vacaciones en San Casimiro con su nueva esposa, una pequeña luna de  miel.  Hecho que también aprovecha para terminar de ordenar sus cosas en el pueblo, según refiere el historiador Castillo Lara ya había partido con sus hijos los bienes producto de su primera comunidad conyugal los cuales ascendía a doscientos mil bolívares. Para aquel entonces su familia poseía varias propiedades en el pueblo donde eran respetados y admirados.

 Regresando al éxito de la Revolución legalista, tenemos que el día 6 de octubre de 1892 entró la vanguardia rebelde a la capital encargándose de aplacar la situación y garantizando las condiciones para que el día siguiente llegara el general Joaquín Crespo triunfante a hacerse cargo del poder de manera provisional. Aquel 7 de octubre, 33 años después de su reclutamiento forzoso,  Ramón Guerra fue ascendido al grado de general en jefe y pasa a ser figura de especial relevancia en el gobierno del general Crespo ocupando un puesto como miembro del Consejo Militar en abril de  1893 pasando a ser  ministro de Guerra y Marina durante dos ocasiones (en junio del año 1893 y entre 1894 y 1896); además de  diputado principal por el Gran Estado Miranda entre1893 y1898)


Gral. Joaquín Crespo


             El "Mocho" Hernández

 

Los textos consultados coinciden que el gobierno de Crespo se caracterizó por un respeto considerable por las libertades de los ciudadanos, especialmente las concernientes a la prensa libre y la   asociación en partidos políticos. La más sobresaliente de estas organizaciones era el Partido Liberal Nacionalista, organizado por Alejandro Urbaneja y que decidió apoyar la candidatura del popular José Manuel Hernández, conocido como “el mocho”. El Mocho Hernández había estado de visita en Nueva York y allí pudo observar las campañas electorales del coloso del norte y decidió poner en práctica ese estilo de proselitismo político en Venezuela. Durante el año 1897 y al más puro estilo gringo el candidato recorre gran parte del país realizando discursos como los observados en Nueva York incluyendo otras innovaciones de mercadeo electoral como los llamado pines y publicaciones de prensa. En vista de la inusitada popularidad obtenida por el candidato opositor, se observaba un claro triunfo contra el candidato del gobierno Ignacio Andrade que había sido el ungido por Crespo como su sucesor. Muchos, entre ellos Lucas Castillo Lara, se preguntan el por qué Crespo no escogió a Guerra para sucederle y tal vez la respuesta será que el escogido resultaba más dócil para las intenciones del presidente saliente de continuar en el mando a través de otros. Andrade no era bien visto por muchos de los adláteres del liberalismo que le acusaban de ser colombiano e hijo de un “Godo” que luchó en el bando conservador durante la guerra federal. En vista del claro triunfo del Mocho Hernández en las elecciones  de 1897, el presidente Crespo ordenó la ocupación de todos los centros electorales el 1 de septiembre, día de la votación, e impuso al candidato de gobierno Ignacio Andrade. Este hecho es calificado como uno de los más grandes fraudes en la historia venezolana. El impuesto presidente toma posesión  el 20 de febrero de 1898 y en marzo, el Gral. José Manuel “Mocho” Hernández, toma las armas en Queipa.

 

(Contunúa)






lunes, 1 de agosto de 2022

 

              En ocasión de cumplirse este 3 de agosto de 2022 el primer centenario de la muerte del General en Jefe Ramón Guerra, publicamos esta serie de humildes trabajos sobre la vida de este destacado militar sancasimireño un tanto olvidado a nivel municipal. Todo esto con el fin de dar a conocer a las nuevas generaciones la historia de un prominente sancasimireño.



EL GENERAL RAMON GUERRA

Tiempos de triunfos y traiciones

 

“Es fácil esquivar la lanza, mas no el puñal oculto”

Proverbio chino

 

Para concluir el mandato  el Congreso eligió como presidente a José Gregorio Varela y a Gregorio Cedeño como su vicepresidente. El nuevo presidente  continuó con las políticas en contra de Guzmán, e incluso se derribaron las estatuas del ex presidente lo que trajo como consecuencia el descontento total en el seno del partido liberal. Como era de esperarse en la Venezuela del siglo XIX la situación termina en alzamiento: el vicepresidente Cedeño, alineado con el guzmancismo y con el apoyo del general Joaquín Crespo, se alzó en contra del gobierno liderando la Revolución Reivindicadora donde nuestro general Ramón Guerra tendrá protagonismo.

Vuelve de nuevo a la guerra, arma un ejército de más de seiscientos hombres, casi todos sancasimireños, y parte al combate. Se dirige a los valles de Aragua a través de la montaña y tiene su primer combate en el sitio de Guacamaya cuando su batallón es interceptado por las fuerzas enemigas compuesta por más de un millar de hombres, tras un encarnizado combate las fuerzas de Guerra derrotan a quienes les emboscaron y los hacen replegarse a La Victoria donde se encuentran sitiadas la fuerzas gubernamentales al mando del Presidente   general José Gregorio Valera. Se une a las tropas revolucionarias de Aragua y Carabobo que se dirigían a la toma de La Victoria y emplaza con sus tropas en unos cerros cercanos conocidos como “El Cují” y “El zamuro”  recibiendo en corto tiempo, el 29 de enero,  la orden de unirse a las tropas del general Fermín Udis y marchar hacia El Consejo donde detienen sin ningún problema a las fuerzas del general Abdón Otazo  que con 400 hombres marchaba desde Caracas para socorrer a los sitiados.

Como expresamos anteriormente en La Victoria se encontraba concentrado el ejército antiguzmancista con el propio presidente encargado a la cabeza. Habían tenido el chance de fortificar la ciudad y de colocar piezas de artillería en lugares estratégicos. El día 26 de enero los sitiados comenzaron a disparar cañonazos contra las fuerzas del revolución reivindicadora que rodeaba a la ciudad la cual respondió la mañana siguiente con otra carga de artillería. Estas cargas, siempre de cañón se fueron sucediendo y luego interrumpiéndose para conversaciones entre ambos bandos: primero entre el vicepresidente Cedeño y dos comisionados llegados de Caracas (Modesto Urbaneja y Luciano Arocha) las mismas fracasaron. Continuaron los disparos de artillería de parte y parte desde esa misma tarde suspendido por nuevas negociaciones que tampoco llegaron a nada. 

Dos hechos fueron determinantes, a nuestro modo de ver, para el triunfo del bando revolucionario: el primero el que ya citamos del 29 de  enero cuando los generales Guerra y Udis triunfaron en El Consejo y el segundo la llegada del general Crespo con sus tropas provenientes del Guárico por el camino de Villa de Cura. Las tropas de Valera resistieron el acoso por pocos días hasta que el 6 de febrero en la mañana, a sabiendas de que está perdido, el presidente encargado se reúne con el vicepresidente Cedeño en las inmediaciones del puente de La Victoria acordando allí un capitulación honrosa donde los vencedores se comprometían a respetar la vida y propiedades de los derrotados. Aquella tarde la triunfante revolución reivindicadora tomó la ciudad de La Victoria luego de los días precedentes que dejaron un saldo de más de dos mil muertos y heridos. Este hecho del que fue protagonista importante el general Ramón Guerra dejó libre el camino de Caracas a los revolucionarios que entraron victoriosos en la capital, Guerra entre ellos, el 13 de febrero de aquel 1879 sellándose así  el regreso al poder de Guzmán Blanco.

La participación de Guerra en la Revolución Reivindicadora fue crucial y de suma importancia, su fama de guerrero y estratega militar se amplificó de tal manera que el mismo general Guzmán, ya en el poder, desea mantenerlo en el servicio militar y retenerlo en Caracas. Pero nuestro protagonista decide volver a San Casimiro, otra vez a la tierra y a sus negocios.  Construye a orillas de la quebrada de Guiripa (Hoy Calle Miranda) un moderno ingenio para beneficiar el café; el agua necesaria para mover la maquinaria era transportada por una acequia desde las inmediaciones de Dos Quebradas bordeando las faldas del cerro la Cumaca hasta cruzar la calle sobre dos pilares de ladrillo que aún se conservan al igual que la vieja casa del ingenio rodeada de múltiples arboles de mango. 

Pero no iba a durar mucho el descanso del guerrero pues, en un siglo XIX tan convulso como el venezolano, no se duraba mucho tiempo en paz, sabia es la frase atribuida a Guzmán: “Venezuela parece un cuero seco, que si se pisa por una punta se levanta por otra”. Un año después del triunfo de la Reivindicadora surgen alzamientos militares en Ciudad Bolívar y los Valles del Tuy están convertidos en un hervidero de guerrillas. Fue enviado, entonces,  a pacificar las rebeliones ocurridas en la vecina región. Forma una fuerza compuesta por sancasimireños que acudían gustosos al llamado del afamado caudillo y parte a cumplir con la tarea asignada; cosa que logró sin mucho esfuerzo gracias a su ascendencia y prestigio militar.

Regresa de nuevo al hogar y a sus negocios cada día más prósperos. Goza del respeto y la admiración de sus coterráneos por sus características personales que ya hemos expuesto con anterioridad. Pero las envidias y las intrigas palaciegas y cortesanas no tardan en hacer llegar a los oídos del poderoso Guzmán Blanco gran cantidad de informaciones fútiles contra el general Guerra acusándolo de estar vinculado en un alzamiento en contra del presidente, cosa que nunca ha sido confirmado por la historia. Cabe destacar que, según relatan sus biógrafos, aunque Guerra nunca fue muy afecto de las ideas liberales era un hombre de una sola palabra y es poco probable que haya faltado a su compromiso con el general Guzmán. Abandona San Casimiro y se refugia en Cúa con toda su familia bajo las garantías y protección del general Juan Quevedo, presidente del Estado Miranda. Al poco tiempo es nombrado jefe civil de la población vecina por el mismo general Quevedo que continúa protegiéndole de la animadversión de los cercanos a Guzmán.

Estando en Cúa, en el año 1882, se planifica una nueva rebelión cuyo jefe reconocido era el General Eleazar Urdaneta quien en una acción militar realizada en el puerto de Higuerote se apoderó de 3 embarcaciones y distribuyó una proclama dirigida a los venezolanos llamándolos a incorporarse a la lucha revolucionaria en contra de Guzmán. Un grupo de personas que se encontraba comprometido con el alzamiento de Urdaneta acude a Guerra y le propone unirse al movimiento insurreccional, pero el general sancasimireño se niega a hacerlo debido a la palabra que le había dado a quienes le brindaron protección en Cúa, a pesar de esto promete a los conjurados no delatar sus intenciones de alzarse contra Guzmán y les garantiza que no será hostil con ellos y se mantendrá neutral.

Una vez comenzado el nuevo alzamiento contra Guzmán, el general Guerra, con un grupo de hombres se dirige al encuentro del general Quevedo y le entrega las armas, reafirmando su decisión de no participar en la nueva contienda a pesar de la insistencia de éste para que se uniera a las fuerzas del gobierno. Adicionalmente le dirige una carta al presidente Guzmán Blanco manifestándole su deseo de no continuar en el servicio militar ni en la contienda política. Aspirando únicamente a ser tratado como un hombre de bien con garantías para llevar a cabo su honrado trabajo. La revolución fracasa a los pocos días y nuestro general regresa al terruño sancasimireño a dedicarse a sus haciendas y negocios en gran parte abandonados por su estadía en la vecina tierra cueña.



Antonio Guzmán Blanco


A principios de junio de 1882, específicamente el día 3, su amigo el general Quevedo le escribe una correspondencia firmada en Cúa donde le citaba a acudir a dicha población para comunicarle asuntos de suma importancia. Guerra, que tenía absoluta confianza en la amistad del general, acude al encuentro con el colega de armas y él mismo le convence de acudir juntos a Caracas a entrevistarse con el presidente Guzmán para aclarar todo lo sucedido y evitar malos entendidos a futuro. El general Ramón Guerra accedió a partir a la capital de la república en compañía del amigo que, apenas pisar suelo caraqueño, ordenó personalmente el arresto del guerrero sancasimireño, prestándose de esta forma para los deseos del llamado Ilustre americano. Comenzaría entonces el periplo de 8 meses de prisión en Caracas antes de ser llevado a un Consejo de Guerra. Era muy difícil que el general Guzmán perdonase a sus adversarios y con Ramón Guerra no iba a ser la excepción.

Durante el Consejo de Guerra realizado al caudillo sancasimireño se le acusa de haber solicitado a Guzmán el mando de unas fuerzas para luego pasarse a los conspiradores, cosa que la historia ha demostrado que no era cierta. Era acusado de traición, un delito que se pagaba con la muerte para la legislación de la época.  El historiador Lucas Castillo  Lara destaca que el abogado defensor, Dr. Elías Michelena, logró demostrar fehacientemente  la falsedad de las acusaciones, no obstante fue condenado a 4 años de prisión en el castillo San Carlos ubicado en la península del mismo nombre en el estado Zulia. Reseña Lucas Guillermo Castillo que le fueron colocados unos pesados grillos y trasladado hasta su prisión en una goleta desde la Guaira. En el Zulia ya tenía destinado un calabozo denominado “El Polvorín”, donde pasó sus cuatro años de condena totalmente incomunicado si poder hablar ni con quien le llevaba la comida.

(Continúa)