domingo, 18 de mayo de 2014

Alí Primera

 El cantor del pueblo venezolano, nació en Coro, estado Falcón un 31 de octubre de 1942. Luego de la muerte de su padre se traslada con su madre y sus hermanos hasta Punto Fijo. Las dificultades económicas hacen que desempeñe varios oficios fue limpiabotas e incluso boxeador.

Se traslada a Caracas en 1960 y en 1964 se gradúa de bachiller iniciando sus estudios de química en la Universidad Central. Al mismo tiempo comienza a resaltar en los pasillos de la universidad cantando sus propias canciones acompañado de su cuatro.

Utiliza sus cualidades musicales para transmitir sus ideas políticas. Su primer disco titulado Gente de mi tierra es prohibido en Venezuela y a partir de 1973 pone a la venta numerosos trabajos musicales con los que consolida su fama como cantor revolucionario en nuestro país y más allá de las fronteras.

Siempre estuvo vinculado a las luchas de la izquierda latinoamericana y nunca renunció a sus ideas y a su particular visión del mundo transmitida en sus canciones.

El 16 de febrero de 1985 muere en un accidente de transito cuando regresaba a su casa luego de una larga jornada de grabación. Alí Primera supo, como nadie lo ha hecho hasta ahora, interpretar el sentir de las clases populares de nuestro bravo pueblo venezolano. Su música sigue y seguirá vigente mientras existan injusticias y en algún barrio de Venezuela permanezca un rancho con techo de cartón….




sábado, 17 de mayo de 2014

ELEAZAR CASADO



Eleazar Casado fue el más sobresaliente de una generación de sancasmireños de profunda formación intelectual. Nació el 11 de mayo de 1898, hijo de Miguel Zamora Bolívar y de Mercedes Casado. Su padre fue educador, periodista, coronel en varias acciones guerreras y un excelente músico.

            El niño Eleazar estudió sus primeras letras bajo la tutela de su padre y de los maestros Santos Granados y Juan Pablo Echezuría. Su formación fue autodidacta. Se inició muy joven en el mundo de las letras, con solo 21 años fundó junto a su hermano Luís Roberto el periódico Lira y más tarde colaboró con La voz parroquial.

            Ya en 1933 funda junto a su hermano y el poeta Augusto Padrón el recordado periódico La voz de Aragua que estuvo en circulación hasta 1937.
           
            Simultáneamente con la práctica de la literatura se dedica a la enseñanza, a la música y a la política. Como educador se cuenta entre los fundadores de la escuela Francisco Iznardy y como músico fue clarinetista de la banda Padre Castillo.

            Dentro de la política fue un ferviente partidario de los gobiernos de Eleazar López Contreras y de Medina Angarita, concejal y diputado a la Asamblea Legislativa.

            De su pluma surgieron: el poemario “Homenaje a las madres”, “Rasgos históricos y geográficos de San Casimiro”, “Épicas” y “Alas y vuelos”, entre otros.

            El 26 de mayo de 1967 fue homenajeado al darle su nombre a un Centro Social y Cultural que luego de 21 años en 1988 se convirtió en nuestra Casa de la Cultura.

            Sus últimos años los pasó refugiado en su casa natal agobiado por serios quebrantos de salud hasta su fallecimiento el primero de diciembre de 1977.

Don Eleazar dirigiéndose a la concurrencia


domingo, 11 de mayo de 2014

A locha ida y vuelta hasta los corrales






            En las fiestas patronales todo era jolgorio y alegría, la  melancolía del pueblo daba paso a un inusitado bullicio. Faltando pocos días para el 4 de marzo ya las calles estaban adornadas por multicolores guirnaldas de papel de seda traído especialmente para la ocasión por Don Rafael Vargas en La Perseverancia que también se encargaba de traer los cortes de tela con que las mujeres del pueblo, dependiendo de su condición social, iban a confeccionar su traje para estrenar en la ocasión. Las casas eran pintadas por sus dueños y las calles eran desprovistas de maleza, cortadas las barandas para la improvisada manga de coleo y los novillos para tal fin eran recogidos y puestos a pastar en un potrero cercano.  Con varias semanas de anticipación ya habían sido repartidos los programas de las fiestas populares que incluían los bailes, desfiles, toros coleados y otros festines; y por supuesto se había hecho entrega de la programación religiosa con sus repiques de campanas, la misa tempranera y luego la de las diez con sermón y obispo, los bautizos y la procesión en la noche.
La víspera del gran día se veía las filas de personas bajando por el cerro de la Cumaca provenientes del Juajual y por Toronquey venían los de El Negro, El Paraparo y San Rafael. También llegaba la gente de Güiripa, Monte Oscuro, Carutico, Guambra y de más lejos como Cogollal, El Limón y Valle Morín; sin dejar de mencionar a los sancasimireños que partieron a otros lares y regresaban al reencuentro con su tierra. La gente llenaba las pulperías y los botiquines, pero sobre todo el más concurrido era el famoso corredor del Bachaco porque vendía cerveza bien helada enfriada desde el día anterior en panelas de hielo cubiertas con sacos y conchas de café para que no se derritiera. Otras personas se dedicaban a dar vueltas a la plaza observando los bazares de los llamados fiesteros, gente que iba de pueblo en pueblo y de fiesta en fiesta vendiendo sus baratijas. Otros pasaban el día retando al azar en las ruletas, los dados, la lotería de los animalitos o en las peleas de gallos.
Pero aquel año la mayor atracción vino al pueblo en cuatro ruedas y no era carreta. Estaba saliendo la gente de la misa regándose, como siempre, por los alrededores de la plaza cuando apareció por El Peaje procedente de San Sebastián causando la admiración entre toda la multitud que poblaba las calles. Se estacionó frente al corredor del Bachaco y en pocos segundos estaba rodeado de curiosos. Era un aparato impecable con su carrocería de dos tonos, abajo negro y arriba blanco, tan perfecto que el eterno polvo de las carreteras en marzo parecía no haber hecho mella en él y los cauchos parecían recién estrenados.
_ ¡ Que vaina es esa! _ Exclamó un bebedor estrujándose los ojos.
_ Un autobús_ Respondió Carlos D´ Milita, que había visto uno en Caracas.
Del autobús surgió el conductor, se llamaba León Martínez y era hermano del cura de San Sebastián. Caminó hasta El Bachaco y se tomo una cerveza helada sorbo a sorbo mientras observaba con regocijo todo el aspaviento causado por su autobús, pagó en el mostrador y, ascendiendo de nuevo en el vehículo, salió rumbo a la plaza Bolívar cortejado por un montón de muchachitos a toda carrera. Esta vez se estacionó frente a la casa de los Casado y no hubo, ruleta, venta de fritangas o de dulcería que no quedara íngrima y sola porque todos se fueron a observar la recién llegada atracción _ ¡Que sacrilegio, dejaron solo al obispo! _ dijo una señora de velo y mantilla al observar que todos los que rodeaban al prelado lo abandonaron en las escalinatas del templo para correr tras la novedad.
            Al ver tanta admiración el aventurero conductor pensó que existía la posibilidad de hacer un buen negocio. Se abrió paso entre la gente y propuso al borracho Rupertico que, a cambio de unos cuantos litros de aguardiente, le acompañara en su nueva empresa; regresó al vehículo y el popular hombre comenzó a gritar entre la gente:

_ ¡A locha ida y vuelta hasta los corrales!...No se pierda la última maravilla hecha por los americanos!...¡A locha ida y vuelta hasta los corrales!.

            Cuenta mi mamá que el autobús arrancaba por toda la pendiente de la calle Bolívar y llegaba levantando polvo hasta el sitio de Los Anones, hoy Barrio San Antonio, donde cruzaban una pequeña quebrada de aguas cristalinas y se dirigían rumbo a Barrancón para dar la vuelta frente a los corrales donde descansaba el ganado que traían del llano, para retornar por la misma vía a la plaza donde otro grupo de personas esperaban impacientes para subir al desconocido aparato. Fueron muchos los sancasimireños que dejaron los últimos reales dando vueltas y más vueltas en el autobús _ Con ese bicho me hiciste perder más real que en la ruleta_ Le dijo un hombre del campo a su joven mujer y una señora daba gracias a Dios porque su marido gastó el dinero en el “Bicho ese” y se olvidó de la botellita y los gallos.
            Así como llegó se fue, esta vez por la carretera rumbo a Cúa,  dejando tan sólo una nube de polvo y un gran manojo de anécdotas y recuerdos de aquellas fiestas que serían recordadas como las del año en que vino el autobús.









viernes, 9 de mayo de 2014

JOSÉ LEONARDO CHIRINO


El 10 de mayo de 1795 estalló en el trapiche de la Hacienda Macanillas una rebelión de negros, zambos e indígenas de la costa y la sierra de Coro. El alzamiento fue en un baile organizado como pretexto y el cabecilla reconocido de aquella intentona fue un zambo libre llamado José Leonardo Chirino.

En la hacienda El Socorro Chirino proclamó la ley de los franceses, la libertad absoluta de todos los esclavos y la eliminación de todos los impuestos. Seguidamente procedieron a ejecutar a cuanto hacendado de la zona se les atravesara y avanzaron hacia la ciudad de Coro  sembrando el terror entre los blancos. Cuando intentaron tomar esta ciudad fueron derrotados por el teniente de justicia Mariano Ramírez.

Gran número de los alzados fueron pasados por las armas en el mismo sitio de la refriega y el zambo Chirino logró escapar hasta la sierra donde se ocultó hasta que fue capturado tres meses después y encarcelado en la población de Baragua. Luego es trasladado a Caracas, condenado a muerte y ajusticiado un 10 de diciembre de 1796.

La rebelión encabezada por José Leonardo Chirino es una de las gestas precursoras de la independencia de Venezuela.