Manuel, el del agua.
El 25 de julio de 2002 falleció Manuel Antonio Acosta. Qué sancasimireño de
nuestra generación y las anteriores no conoció a Manuel Acosta o “Manuel
el del agua” como lo conocimos. Se
marchó con su equipaje de anécdotas sobre el primer acueducto. Aquel acueducto
de Toronquey que fue idea de Don Alfredo Manzo por allá en 1927 y del cual
nuestro personaje era plomero y recaudador de la pequeña suma que se cobraba a
los beneficiarios del servicio.
La toma fue construida en
la quebrada de Toronquey cuyas aguas cristalinas nacen en la montaña de Samaría
y se vienen serpenteando cerro abajo hasta su encuentro con el río Zuata. Desde
allí venía el agua hasta el tanque construido para su almacenamiento en el
pequeño cerro donde antes estuvo la iglesia vieja y hoy es el final de la calle
El Parque muy cerca de la plaza Bolívar. Luego partía la red de tuberías hasta
las casas de unos agradecidos sancasimireños por aquella empresa progresista
para el pueblo.
Para el año 1943 el
ejecutivo de estado Aragua adquiere la posesión Toronquey y dona los terrenos
al municipio pasando el acueducto a manos de la municipalidad. Ocho años más
tarde construyen una toma a más altura y en la década de 1960 anexan una
aducción de la quebrada de Guambra. Y todo esto con Manuel Acosta como testigo.
Se nos fue Manuel con su
eterna jovialidad, sus recuerdos de cuando era cantante de la agrupación
bailable Padre Claret conformado entre otros por Augusto Ascanio, Perucho
Vargas y Rafael Jesús Pérez. Con aquel grupo se cansaron de dar serenatas y
animar bailes por Camatagua, Cúa, Ocumare y todos estos pueblos vecinos, además
eran la atracción principal en recordados clubes como El Tropiezo y Los Mangos
donde cobraban la cantidad de sesenta bolívares por baile.
Diariamente
pasaba frente a mí, de Los Pocitos a La Bandera ; erguido con sus años acuestas y me saludaba con el cariño de quien me vio
crecer y con el mismo afecto con que
trataba a todos
los sancasimireños. Donde esté Manuel el del agua seguro que se encuentra con Pancho Hurtado,
el Cartero y José Castillo el de CADAFE formando un trío de ejemplares
servidores públicos de los que hacen falta en el San Casimiro de hoy.