La nobleza
azabache
Si tener alma
significa ser capaz
de sentir amor,
lealtad y gratitud,
los animales son
mejores
que muchos
humanos.
James Herriot.
Nuestra protagonista nos recuerda la
historia de Cenizo, el perro fiel de la Plaza Bolívar de Caracas. Cuentan que
perteneció a un musiú que todas las tardes iba con su mascota a sentarse en la
plaza y cuando su dueño murió Cenizo se vio solo buscando refugio en el pedestal de la estatua
ecuestre de Simón Bolívar, Refieren las viejas crónicas que por más de nueve años que vivió allí no había ningún perro
que pudiera andar por la plaza y, marcando su territorio, no tenía compasión en
caer a mordiscos al canino que anduviera por sus dominios. No faltaba a ningún
velorio, misa, fiesta popular o retreta. No lo echaban de la catedral y comía
en los restaurantes aledaños, para ese entonces los más afamados y lujosos de
la capital.
La muerte de Cenizo causó dolor en
aquella caracas pueblerina, fue primera plana en todos los diarios y los poetas
escribieron palabras en su honor, su cuerpo fue llevado por el aseo urbano,
pero miembros del Club Paraíso lo rescataron y enterraron en una urna de metal
en los jardines de tan afamado club, incluso se hizo una colecta popular para
hacerle una estatua en los jardines de la plaza que luego no se realizó.
La
Negra no se sabe a ciencia cierta de
donde surgió, apareció de repente con un azabache brillante, pululando por las
inmediaciones del Banco de Venezuela. Como si estuviese decidida a no ser una
perra más del montón, resolvió pasar a la historia desde su primer parto. Quizás
buscando amor y protección para sus crías,
se le ocurrió la idea de parir en la Escuela Santa Ana. Ocasionando la
alegría de la chiquillería ante la sorprendente camada de hermosos cachorros
para luego generar molestia en los docentes y la suspensión de clases al plagar
todo el plantel de pulgas. Ante tal acontecimiento nuestra protagonista fue
expulsada de la escuela, hecho que generó el malestar de los defensores de los
animales y la polémica entre éstos y los docentes del plantel.
Poco a poco, una vez esterilizada, la Negra fue ganando notoriedad y el merecido
cariño de toda la gente. Es asidua visitante del Banco de Venezuela y de los
pasillos de la Alcaldía donde es dueña y señora, tanto así que se acuesta a
asolear sus partes sin ningún pudor y, sabiéndose amada y protegida por todos,
entra a las oficinas y se echa a disfrutar del aire acondicionado cuando el
calor aprieta.
Cuando son las 4:30 pm y suenan las campanas dando
primero para la misa, nuestra protagonista abandona el sitio donde esté y sale
corriendo rumbo a la iglesia para ser la primera en entrar a ella. Incluso aparece fotografiada
en más de un álbum de bodas siendo
testigo de excepción de tan memorables acontecimientos.
El amor de la negra por los seres humanos la lleva
a ser fiel compañera de todos y cada uno de los entierros de nuestro pueblo,
nos consta que acompaña a difunto y familiares hasta el último momento en el
cementerio y si hay varios entierros en el día, nuestro animalito repite el
mismo recorrido. Pero no solo en momentos tristes ella está presente pues a la
hora de celebrar también está allí con su majestuosa figura azabache. No se pierde ningún desfile de carnaval,
festividad escolar o manifestación política que implique movimiento de gente y
música.
Así como Cenizo vio pasar la vida del centro de la
Caracas de principios de siglo XX, estamos seguros que la Negra es el mejor
testigo de los aconteceres cotidianos de nuestro San Casimiro, de sus
celebraciones y tristezas. Que esta crónica
sirva para que las generaciones futuras sepan que por nuestras calles caminó un
animalito lleno de bondad y cariño capaz de dar mucho amor a los seres humanos.
fotos: José Domingo Hernandez, Nancy Díaz y Juan Carlos Torrealba